Recomendamos esta excursión porque comprende tres áreas de interés: histórico, natural y paisajístico, y etnológico, ya que disfrutaremos del paisaje agrario menorquín, de su costa virgen, y conoceremos los vestigios de la Menorca romana. Para este recorrido necesitaremos vehículo propio, siendo ideal del automóvil o motoclicleta, y dejamos para los deportistas la posibilidad de hacerlo en bici. Partiendo de Es Mercadal o de Fornells, ya provistos con comida y bebida ya que no tendremos ocasión de comprar en nuestro destino, tomaremos la carretera denominada «Camino de Tramuntana», encaminando siempre en dirección a Cavallería.
La sinuosa carretera se adentra en un paisaje de redondeadas colinas, salpicadas por los blancos caseríos de los «lugares», las explotaciones agrarias menorquinas, siempre acompañados por las omnipresentes divisiones de pared seca y los rebaños de vaca frisona, que proveen la leche con la que se elabora el queso Mahón-Menorca. Dejaremos a nuestra izquierda el desvío que lleva a la playa de Cavallería, ya la derecha del Ecomuseo Cap de Cavalleria, que viene a ser un centro de interpretación de la zona.
Dirigiéndose siempre hacia el faro que ya se puede ver en el horizonte, encontraremos el largo y estrecho puerto de Sanitja, excelente refugio natural para las embarcaciones, del que ya habló Plinio el Viejo en su historia natural, citando, cuando describía Menorca, a Sanicera (Sanitja), Magona (Maó) y Jamma (Ciutadella) como las tres principales poblaciones de la isla. Los siglos han sido crueles con el importante asentamiento que Sanitja fue entre el siglo I aC y el III dC: a simple vista sólo podemos distinguir la torre de defensa británica, del siglo XVIII, y unos muelles desvecinjados de madera que dan cabida a un puñado de embarcaciones de recreo. Pero si prestamos atención, podremos ver la excavaciones arqueológicas que quizá vuelvan a Sanitja su esplendor perdido.
Continuando hacia el faro, que domina la costa norte de Menorca sobre un vertiginoso acantilado, por un paisaje desolado, azotado por la salinidad y el viento de tramontana, nos encontraremos con la flora y fauna adaptada a este medio hostil, como el carrizo , el hinojo marino o el «socarrell», sobrevolados por el águila pescadora mientras las pardelas baleares y el cormorán pescan en las ricas aguas que baten la costa rocosa. Los niños disfrutarán de la compañía de las cabras asilvestradas, que se acercarán confiadas si se les ofrece un trozo de pan.
Por último, podemos refrescarnos en las aguas transparentes de la caleta de ses Galeras, que se encuentra a medio camino entre el faro y Sanitja.