Vino de Menorca
En Menorca siempre se ha producido vino. Consta que en el año 1231, las autoridades musulmanas que gobernaban la isla incluyeron entre sus obsequios al rey Jaime I una cantidad de vino de Menorca. Con motivo de la dominación británica, a partir de 1708, la producción vinícola aumentó exponencialmente, debido a la enorme demanda de los barcos británicos que se avituallaban en el puerto de Mahón. La calidad del vino era excelente, y la edad de oro del vino menorquín alcanzó su cota máxima a principios del siglo XIX, con una 1500 hectáreas de viña.
A partir de ese momento, y coincidiendo con la devolución de Menorca a España por parte del Reino Unido, la producción comenzó un imparable declive, determinado también por las plagas de la viña, como la filoxera. Durante el siglo XX, la producción de vino de Menorca se redujo a la mínima expresión, destinándose únicamente al autoconsumo. Sin embargo, a partir de los años 80 se intentó, en Es Mercadal, llevar a cabo una producción de vino de calidad con métodos modernos. Este proyecto cuajó y ha llevado a hacer realidad la denominación «Vino de la tierra Isla de Menorca». El vino más representativo de esta denominación es el tinto, de uva Merlot y Cabernet Sauvignon. Se trata de un caldo redondo en boca, bien equilibrado, que presenta aromas de frutas rojas y especias, y color cereza brillante. En cuanto a los blancos, existen dos monovarietales, como el Chardonnay, un vino fresco sin barrica, con aromas frutales y de frutos secos; y el Malvasía, muy aromático e intenso.